Belize, un proyecto global

El grupo navarro presenta mañana en Pamplona su primer disco, un trabajo de 10 canciones y 5 interludios que quiere ser un encuentro entre lo orgánico y lo electrónico

SANTI ECHEVERRÍA. Publicado en Diario de Navarra, 11 SEP 2015.

Ángel y Ana Fuertes conversan con Santi Echeverría. PABLO Gª ESPARZA.

Ha llegado su hora. Belize presenta por fin su primer disco de larga duración después de más de tres años de preparación y una campaña de progresivos lanza­mientos de singles. La formación liderada por los hermanos Ángel y Ana Fuertes y completada ahora por María Fernández, Pablo Gar­cía, Juan Rubio y Vicente Hidalgo, han cuidado de manera artesanal y cercana todas las facetas artísti­cas que rodean al grupo, desde la producción musical hasta el dise­ño y los vídeos. El disco de título homónimo se ha ido presentando con singles que han levantado to­do tipo de expectativas a nivel na­cional. Ha sido concebido para ser escuchado "del tirón". Alo largo de sus 10 canciones y 5 interludios se vive el diálogo continuo de Ángel y Ana, o más bien, de sus persona­jes, que subidos en una montaña rusa musical, se echan en cara lo mejor y lo peor de la compañía y la soledad.

El proyecto que nació hace tres años pero que ahora hace sus pre­sentaciones oficiales ¿ha sido un proceso muy complejo?

Hay que saber concretar y decir: "Me voy a arriesgar por este cami­no". Ser fiel a la idea y sobre todo constante para poder desarrollar algo. Que no se quede en un pro­yecto que aspira a mucho pero que sediluyepor cambiosmuyrá­pidos en el sentido artístico. Nos ha costado sacar algo coherente pero ha merecido la pena. Hay mucha confianza entre las perso­nas del grupo. Somos hermanos y amigos y eso ayuda mucho y sin esas relaciones el proyecto no hu­biera sido posible.

El grupo ha crecido en éste último año ...

Sí, la incorporación de un equipo de personas ha sido decisiva en la fase final e incluso en la creación de algunas canciones. Tienen sus compromisos laborales pero están ahí.

¿Qué sintieron cuando una disco­gráfica multinacional se fijó en us­tedes?

Cuando lanzamos el single Egos y luego ya circularon más cancio­nes nuestras tuvimos varias ofer­tas, no sólo discográficas sino ar­tísticas. La que elegimos era la que mejor se adaptaba al proyecto y la que más libertad nos daba. Ba­jo una misma visión en Belize sur­gen también diseños, vídeos, y to­dos aquellos elementos artísticos que configuran nuestra persona­lidad y nos dan la oportunidad de auto producirnos.

¿Satisfacción entonces?

Estamos muy contentos y emocio­nados de que alguien apueste por unos jóvenes en un momento en el que el futuro está muy incierto. Ahora hay que corresponder a es­ta confianza.

¿Les gustaría dedicaros comple­tamente a la música?

Quizá a nuestra generación, que justo acaba de terminar sus estu­dios, se le está cerrando la posibilidad de dedicarse a algo perma­nentemente, que puedas empe­zar, desarrollar y terminar como una profesión de toda la vida. Creo que ahora no queda más remedio que hacer varias cosas. Unas se dan bien y van mejor y otras no. A nosotros la música nos gusta, se nos da bien y podemos hacerlo un poco profesionalmente. ¿Y en un futuro? Si sigue como hasta ahora invertiremos tiempo y esfuerzo porque aunque hacemos otras co­sas esta nos parece una oportuni­dad increíble.

¿Consideran la música como una vocación?

(Ana) Yo quiero ser enfermera. Pero si la música va bien creo que se pueden hacer las cosas con ca­beza y aprender a gestionar tu tiempo.

(Ángel) Pablo es ingeniero de ima­gen y sonido. Yo soy arquitecto y me gusta diseñar. Todas las cosas que sabemos hacer las ponemos al servicio del proyecto, de Belize. No nos dedicamos sólo a compo­ner y a tocar. Es un proyecto global y una escuela práctica de las cosas que queremos hacer en la vida. Ojalá dure el proyecto mu­chos años y sigamos disfrutando como ahora.

¿Su música es lisérgica y curati­va?

(Ana) estamos convencidos de ello. Mi trabajo final de grado lo quiero hacer sobre la musicotera­pia. Desde pequeña he crecido con la música y creo que es pura medicina. La música de una for­ma u otra nos ayuda a todos y a los enfermos también. Lo bueno de la música es que tiene tantas facetas que te puedes acercar a la que quieras, desarrollarla y aprender también de las otras.

¿Cómo son los roles en el grupo?

María es profesional de la música, sabe muchísima teoría musical y puede tocar muchos instrumen­tos. Ella pone el rigor. Ángel tiene facilidad para desarrollar melo­días, Pablo se encarga de la técni­ca y la ingeniería sonora, Ana tie­ne una intuición y un estilo innato y Vicente es un informático que aporta esa faceta más cercana a la electrónica. Hoy en día formar un equipo multidisciplinar para un grupo es fundamental para que el proyecto pueda ser ambicioso.

¿Belize es un punto de encuentro entre lo orgánico y lo electrónico?

Nos gustaría que fuera así. Es una de las apuestas que tenemos. He­mos hecho nuestro análisis y nos parece que es ahí donde podemos aportar nuestro granito de arena en la escena musical actual de aquí. Creo que hay que abrirse pa­ra no ser hermético y para no ce­rrarse a un solo tipo de sonido. Be­lize apuesta por la acústica, la electrónica, varios idiomas... con un recorrido y un crecimiento ar­tístico que hay que valorar.

¿La música de Belize tiene predi­lección por las bosanova?

Por la bosanova, los ritmos lati­nos... Hay que aprenderlos del otro lado del charco. Aquí hay una visión errónea de que el sonido la­tino es solo baile y discoteca. Pero la riqueza musical que hay en La­tinoamérica es grandísima. Aquí hemos perdido mucha de la que había en España. Y en el fondo es más rico que el anglosajón. Gru­pos como Los Nuevos Babianos o Rodrigo Amarante han sido para nosotros todo un descubrimiento. Y nuestra parte electrónica bebe mas de sonidos europeos, de Francia, Alemania, etc.

¿Ha sido positiva la estrategia de ir lanzando singles cada cierto tiempo?

Sí, porque ha ido dejando al descu­bierto las facetas de Belize. Y la gente ha recibido muy bien por­que valora que puedas aportar va­riedad musical. Y en el disco las canciones ya no parecen tan dis­tintas y tienen un hilo conductor. Hacemos la música para disfru­tarla, sea el público que sea. No ha­cemos música para un público de­terminado.

 

 
 

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