Noche de intergeneracional duelo

J. ÓSCAR BEORLEGUI. Publicado en Noticias de Navarra, 12 JUL 2016.

Belize durante su actuación en la Plaza de los Fueros de Pamplona. GABRIEL POUT.

 

De igual a igual –prácticamente– los casi recién llegados a la escena musical Belize y los más que veteranos Dun­can Dhu protagonizaron un curioso duelo artístico en la plaza de los Fueros, reto que salvaron con soltu­ra y desparpajo los primeros... y tirando de voluntad y oficio los segundos: los Duncan Dhu del siglo XXI, formación de auténtico lujo que, comandada por los legendarios Mikel Erentxun y Diego Vasallo, se completa actualmente con Feman­do Macaya y Joseba Irazoki a las guitarras, Mikel Azpiroz, a los tecla­dos, y Karlos Aranzegi, a la batería. Y, tal y como ya hemos apuntado, tirando de tablas y oficio, salvaron los muebles en una noche un tanto difícil para ello, guardando las balas con forma de clásicos para el final y logrando el beneplácito del respeta­ble: de un público integrado por gentes de todas las edades, presto a reencontrarse con sus recuerdos los mayores y a explorar nuevas sensa­ciones los más jóvenes.

En una noche de chaqueta tras la canícula diurna (los termómetros marcaban 17 grados y el viento del Norte amenazaba con barrer la pla­za cuando hicieron acto de presen­cia Duncan Dhu), la velada, dedica­da al pop, arrancó de manos de los locales Belize, formación que reu­nió a cientos de personas en su pre­sentación sanferminera. Con ape­nas dos años de trayectoria y un laureado primer disco en su haber, los comandados por las voces de Ana Fuentes y Ángel Fuentes inten­taron caldear la noche con sus ráfa­gas de indie de marcado compo­nente pop; convertir la plaza en una pista de baile durante la hora de la que dispusieron, poniendo para ello alma, corazón y canciones en el asador. Sus, en todo momento, sugerentes y delicadas canciones. ¿La pena? Que por causas del cam­bio meteorológico, de la importante bajada de temperaturas padecida desde primeras horas de la noche ... este, el asador, quedó frío a las pri­meras de cambio, por lo que tuvie­ron que redoblar esfuerzos para meter en harina su pop naif, envol­vente y atmosférico, a los suyos: algo que lograron finalmente tiran­do básicamente de las composiciones de Belize, su álbum debut, cau­tivadoramente cantadas por Ana y Ángel; con la primera haciéndolo en inglés y el segundo, qué contra­punto perfecto el brindado, restan­do saque devolviendo pelota en cas­tellano. Así pues, demostrando estar creciendo a pasos agiganta­dos, gustaron y convencieron Beli­ze, dejando las tablas calentitas a DuncanDhu.

Las tablas, el escenario sí... que no el ambiente, pues con la conclusión del concierto de los de Iruñea comenzó a percibirse cierta amena­za de lluvia, con el viento arreciando por momentos ylos rayos marcan­do territorio. Delimitando períme­tro en el cielo, dispersando momen­táneamente dicha amenaza al gen­tío. Dando lugar a una espantada que llevó a buena parte del personal a buscar cobijo en los túneles de acceso a la plaza. Pero afortunada­mente dicha amenaza no se mate­rializó, quedando la cosa en anécdo­ta y despejado el terreno para lo que estaba por llegar, la música de los donostiarras en directo. Finalmente, contra viento y marea -así las cosas-; dispuestos a salvar la papeleta a cualquier precio, pasada la una hicieron acto de presencia los cabezas de cartel, protagonizando un inicio un tanto frío, deslucido. Tanto como la temperatura ambiente, no comenzando a sonar la banda como cabía esperarse has­ta bien entrado el cuarto tema. Haciéndolo de inicio sin el volumen y la calidad esperada, y no por culpa de los músicos. Pero al igual que en lo que a la meteorologia respecta, el omnipresente capote de San Fermin acudió en ayuda de quien fuera y la cosa se arregló, sonando durante la hora siguiente el sexteto como un cañón. Haciéndolo de esa guisa las canciones desenfundadas y detona­das dicha noche, magistralmente reescritas en directo por Joseba lra­zoki, ya a las guitarras eléctricas, ya al lap steel, ya al banjo, destacando el incansable músico de Bera como uno de los más destacados activos de la banda.

Transcurridos los primeros 60 mimitos de actuación, Duncan Dhu parecieron despedirse, haciéndolo en falso a la vista de los temas verdaderamente imprescin­dibles que quedaban por sonar: de composiciones como Una calle de París o Cien gaviotas, llamadas a hacerlo de inmediato y dejando sus interpretaciones un grato sabor de boca a todos: a un público que saludó con fuerza el aleteo y presencia de las mismas, cantando con fuerza su estribillo. Con fuerza y ganas, algo, cantar, que el gentío aún no había hecho de forma masiva. Hoy, más.


 
 

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